Gestos mínimos para días imposibles ¿Qué puedo hacer hoy desde la resistencia amable?

A veces, el tiempo no solo se llena de pendientes. Se llena también de ausencias: del cuerpo que no acompaña, del deseo que no se puede desplegar, de los encuentros que se imaginaban y no llegaron a ser.

Para quienes conviven con enfermedades neurodegenerativas, autoinmunes o de curso crónico, el tiempo no se vive en agenda: se vive en umbrales. Umbrales de energía, de dolor, de espera. Estar presente no siempre es posible. Hacer, compartir o sostener lo importante puede volverse una lucha contra límites que no elegimos.

En esos días, habitar el tiempo como se puede, sin exigir al cuerpo lo que no da, ya es un gesto de resistencia. Y nombrar este cansancio no es rendirse. Es una forma de dignidad, una forma de no soltar(se) incluso cuando todo se reduce a estar.

Porque a veces, no hacer también es una forma de estar. Y eso, aunque no se vea, también cuenta.